Viajar a Omán, el gran desconocido de Arabia, por Rubén Tójar Mena

Mi primera vez en Omán… Creo que es el gran desconocido de la península Arábiga y posiblemente, comparado con sus vecinos, de los más tradicionales e impactantes.

Viajamos hasta Mascate, la capital del Sultanato de Omán, pero al no haber vuelos directos desde España, aprovechamos para visitar Doha, en Catar, ciudad en la que teníamos que hacer escala. Doha quiere abrirse al mundo, e impresiona los esfuerzos que hacen por crear un paraíso en mitad del desierto. Esta ciudad es el destino perfecto para pasar un par de días antes de continuar hacia Omán.

Saliendo desde Madrid, teníamos por delante un vuelo de casi 7h hasta Doha, el inicio de una aventura de 8 días y 7 noches. Al llegar al aeropuerto ya nos estaba esperando un transfer para llevarnos hasta nuestro hotel y empezar la visita en privado por la ciudad. Caminando por las calles de Doha te encuentras una cantidad de edificios impresionantes, museos, galerías de arte y tiendas. Después de comer hasta reventar y tras descansar un poco de la larga mañana, cuando el sol estaba empezando a esconderse, decidimos salir a pasear por los zocos, que empezaban a cobrar vida con la caída del sol. Aquí puedes encontrar joyería, animales, perfumes y cosas de todo tipo, y en la misma zona del zoco hay restaurantes típicos cataríes muy ricos.

Al día siguiente por la mañana volvimos al aeropuerto para coger un vuelo corto a Omán, aterrizando en  Mascate. Tras el almuerzo salimos a conocer el Palacio del Sultán Qaboos, y los alrededores dónde se puede ver el mar, las fortalezas portuguesas y obviamente los zocos de Mascate. Y, como no, no pude resistirme a comprarme un Kufi, o gorro Omaní. Nos quedamos en el Hotel Kempinski de Mascate, un hotel espectacular con una playa semiprivada y con un ambiente increíble para poder salir por los alrededores y zonas de música en vivo.

Tras dormir en Mascate, salimos dirección Nizwa. Situada en el interior y muy cerquita de las montañas. La ciudad, es de color arena, con un mercado (que se celebra todos los viernes) con todo tipo de especias, ganado, productos gastronómicos… y por supuesto ¡dátiles! Dan ganas de perderse por sus calles y dejarte llevar por las compras. Al llegar a la fortaleza de Nizwa nos recibieron con cánticos y bailes omaníes, un espectáculo que, parece ser, solo se hace los días del mercado. Desgraciadamente, o afortunadamente, nuestra visita al país fue tras las famosas lluvias de abril en la península Arábiga. Todavía había vestigios de las inundaciones que habían provocado las lluvias, pero los omaníes estaban muy felices en toda esta zona, ya que apenas llueve en sus tierras y para ellos que caiga agua del cielo es prácticamente un motivo de fiesta.

Tras conocer Nizwa, fuimos a las montañas de Mascate, Al Jabal Al Akhdar, dónde nos quedamos en un Anantara. Las vistas del hotel son realmente increíbles, se ven los valles, las cascadas, las plantaciones de rosas (para hacer los perfumes de agua de rosas) y pasamos por el Diana’s Point, un lugar dónde los lugareños cuentan cómo Diana de Gales y El príncipe Charles visitaron la zona y tuvieron algún que otro problema de pareja…

Tras conocer las montañas, bajamos hasta el desierto de Wahiba Sands, un desierto perfecto para los más aventureros y donde los omaníes disfrutan de su pasatiempo favorito, poner a prueba sus todoterrenos. Y, de hecho, nuestro conductor Falcon estuvo “surfeando” las dunas del desierto con el jeep 4×4, ¡de frente, de lado y hacia atrás! Finalmente llegamos al que probablemente fue el alojamiento que más me gusto, el Magic Camp, un campamento ecológico, una experiencia en sí misma, dónde el concepto es vivir durante unas noches como si hubiésemos retrocedido al siglo XX, pero sin renunciar al lujo, aunque cueste creerlo. No hay electricidad, todo se ilumina con velas o fogatas, no existen actividades que dañen el medio ambiente y, la verdad, lo más divertido es el proceso de ducha a base de agua de un cántaro. Con todo y con eso, ¡el campamento es de primera calidad y no le falta detalle! Por supuesto, paseamos a camello, nos deslizamos con las tablas de sandboard, hicimos un poco de deporte con las bicicletas de arena y disfrutamos de un cóctel con una puesta de sol alucinante en el desierto de Omán.

Durante la cena, vinieron un grupo de beduinos a cantarnos canciones y baila. ¡Se terminó convirtiendo en una fiesta que, entre baile y baile tradicional omaní, algún beduino aprendió también a bailar sevillanas!

Después de una experiencia inolvidable en el desierto, volvimos a Mascate. Por el camino aprovechamos para visitar la Ópera y la lujosa y enorme Mezquita de Mascate. Esta última resulta tener la segunda mayor alfombra jamás fabricada, la cuál tardaron 4 años en terminar, y una enorme lámpara de cristales de Swarovski, que también es la segunda lámpara más grande del mundo. Luego, cogimos un vuelo con destino Salalah, el Maldivas de Oriente Medio y, aunque parezca presuntuoso, ¡su nombre hace justicia! Aquí nos quedamos en el Anantara Al Baleed, un fantástico hotel con una playa de color verdoso turquesa, dónde finalmente pudimos descansar de tanto movimiento.

Nos dio tiempo visitar un poquito de la ciudad, los museos, las zonas naturales (ya que Salalah es mucho más verde que Omán) y su mezquita. La experiencia fue mucho más enriquecedora gracias a nuestro guía. Tras disfrutar de un día y medio en Salalah volvimos a conectar con nuestro vuelo de Qatar Airways para el regreso a casa. La aventura se acababa.

Personalmente, creo que Omán es un destino muy especial. Conserva la tradición del mundo árabe con una hospitalidad muy característica de los omaníes.  Es verdad que no es un país conocido, pero su encanto se encuentra en la combinación de pequeñas cosas, como la gastronomía, la hospitalidad, las personas y los contrastes de los lugares a visitar, que hacen que el viaje sea digno de recordar. Ha superado sin duda mis expectativas y, por poner alguna observación, es verdad que la tradición y la religión islámica predomina bastante, algo que siempre es chocante con nuestro modo de pensar occidental, pero siempre que se vaya con la mente abierta, es un destino que se disfruta 100% asegurado.

Ya tengo ganas de volver para descubrir todo lo que no me ha dado tiempo a ver.

– Rubén Tójar Mena, Travel Designer de Inspiring Soho

De vez en cuando, el equipo de INSPIRING SOHO tiene la suerte de recorrer el mundo y conocer los destinos más espectaculares de primera mano, para convertirnos en los mejores diseñadores de viajes que nuestros viajeros puedan desear.

En esta ocasión, Rubén, Travel Designer de nuestra oficina de Málaga, ha tenido la oportunidad de conocer Omán en Primera Persona. Si quieres vivir su misma experiencia, ¡ponte en contacto con nosotros y diseñaremos el viaje perfecto para ti!